La triste historia que os vamos a contar ahora tiene lugar en una aldea rusa llamada Dvurechie. Allí vivía la perrita Masha con su dueño, un anciano que disfrutaba del cariño y la compañía de su fiel compañera durante muchos años. Pero un aciago día el anciano cayó enfermo y tuvo que ser trasladado al hospital. Hasta allí y siguiendo a su propietario se dirigió Masha y decidió apostarse en la puerta esperando a volver a ver a su amo cuando le dieran el alta médica. Pero desgraciadamente el anciano enfermo falleció y ahora, más de un año después del fallecimiento, Masha continua esperando a un dueño que nunca va a volver pero ella confía en su aparición.
Después de más de 365 días esperando haga frío o calor en la puerta del centro, la perrita se ha convertido en la mascota del hospital y tanto trabajadores como visitantes siempre le llevan comida y agua así como una manta donde poder echarse o cobijarse en las frías noches rusas. Incluso una familia se la llevó a su casa para adoptarla, pero Masha, a los pocos días, se escapó de su nueva residencia y volvió al hospital a seguir esperando a su anciano amo.
Desde la dirección del hospital no saben qué hacer ya, porque los tristes ojos de Masha siguen buscando una figura que no va a aparecer y parece que nada le va a dar consuelo puesto que Masha ya lleva más de un año viviendo en la puerta del hospital. Parece ser que el destino de la pequeña perrita va a ser siempre ya la puerta del centro hospitalario, puesto que la vez que fue adoptada no fue solución, ya que Masha tardó sólo 24 horas en regresar a la puerta del hospital a esperar a su dueño.
