
Los diminutivos son prácticos. Puedes nombrar a un amigo utilizando menos caracteres o desgastando menos tus cuerdas vocales. Los apodos son graciosos, a veces retratan tan bien a alguien que te preguntas por qué en su certificado de nacimiento aparece el nombre y no el alias. Los símbolos son diminutivos y facilitan la vida, especialmente cuando debes lidiar con las ciencias. Vamos a conocer hoy algunos interesantes datos en torno al origen, la historia y otras curiosidades sobre los diminutivos y apodos.
Curiosidades sobre los diminutivos
Suena razonable que a María le digan Mari y Quique a Enrique, pero ¿de dónde salió decirle Paco a Francisco, Pepe a José y Lola a Dolores? No van para nada.
Hay versiones. La de Paco es que el Francisco más célebre de la historia, el de Asís, fue llamado Pater Communitatis o padre de la comunidad franciscana. Se tomó la primera sílaba de cada palabra para el diminutivo.
El origen de Pepe sería parecido al de Paco. El nombre en código de San José, en una época de persecución de cristianos, habría sido PP, por su condición de Pater Putativus de Jesús. Nada difícil de descifrar para los criptólogos del servicio secreto romano, pero vale. ¿Verdad que se oye extraño decirle Paco Pizarro al sanguinario conquistador Francisco Pizarro?
Los alias comunes suelen tener dos condiciones: te retratan con buena aproximación y son inapelables. Frecuentemente destacan «con humor» un rasgo físico y no puedes abrir una negociación para que te pongan otro, más al gusto personal. Hay psicólogos que recomiendan aceptarlos con indiferencia o tranquilidad para que no se conviertan en una carga mental.
Otros apodos pueden ilustrar sobre la bondad, sabiduría, perseverancia o crueldad del personaje. Juan XXIII, El Papa Bueno; Alfonso X, El Sabio; Pablo de Tarso, El Apóstol de los Gentiles. Al conde Vlad Drácula, el hombre del siglo XV que inspiró las obras sobre el famoso vampiro, le decían El Empalador, porque asesinaba a sus enemigos desgarrándolos por el vientre en un palo puntiagudo.