
¿Has pensado alguna vez en qué futuro querrías para los tuyos? ¿Qué te gustaría que supieran tus tataranietos de ti? ¿Y qué errores te encantaría que no cometieran? Imagina que encuentras la forma de estar en su memoria sin haberte conocido, de marcar su personalidad sin haberos cruzado en el mundo, de influir en su vida sin invadirla. Compartir momentos especiales con tu familia (la presente y la futura) o con tus amigos puede mejorar su existencia y la de los que más quieres. ¿Por qué?
- Porque te ayudará a dejarlo todo atado, a que no se te quede nada en el tintero. Dirás lo que sientes, lo que piensas, lo que deseas. Te proporcionará calma y tranquilidad, que es muy probable que también alcance a tu familia.
- Para trasladarles pensamientos positivos. Si has aprendido algo en la vida es a saber valorarla. Que nada ni nadie los alejen del camino de la felicidad, ni siquiera tu desaparición. La muerte forma parte del ciclo de la vida y hay que mirarla con naturalidad.
- Para enseñarles a vivir el momento, aquí y ahora. Los pensamientos motivadores están muy bien, pero también a veces hay que dejar de pensar para empezar a sentir. Demuéstrales que las cosas buenas de la vida se hacen sintiendo, y dejando a la mente descansar. Lo bien que lo pasasteis en aquel momento, cuánto os reísteis, la sensación al tiraros por aquel tobogán… en todas esas situaciones la mente estaba “callada” y sólo funcionaban los sentimientos.
- Con tus ejemplos de actitudes positivas podrás convertirte en un referente de comportamiento, proporcionarles una actitud ante la vida, una manera de funcionar. Ya no estarás físicamente ahí para aconsejarles, pero puedes dejarles pequeñas reflexiones muy valiosas, que escucharán cuando te necesiten.
Compartir momentos especiales con tus seres queridos, hechas en cualquier formato audiovisual, constituye tu legado digital. Con él dejas en herencia tus experiencias, tus pensamientos, con una actitud constructiva. Para que los tuyos vivan una vida mejor gracias a ti.